El estrés es un proceso completamente natural. Se trata de una reacción del cuerpo humano que se produce como respuesta a una situación irritante. Cuando una persona está constantemente expuesta a estímulos que generan estrés, su cuerpo desperdicia energía. Esto conduce a un rápido agotamiento (conocido en inglés como burnout).
Existe un tipo de estrés llamado positivo, que puede servir como motivación para seguir trabajando y hacer frente a situaciones de emergencia. El tipo negativo, por su parte, genera angustia, causa problemas y puede afectar a tu salud física y mental. Afortunadamente, la angustia se puede controlar si sus síntomas se detectan a tiempo.
Algunos detonantes del estrés
El estrés puede ocurrir a largo o corto plazo, y existen algunos detonantes específicos que pueden ocasionarlo.
A corto plazo el estrés puede ser causado por emociones fuertes, ruido, cansancio, falta de sueño, hambre o incluso por embarcarnos en un nuevo proyecto.
A largo plazo el estrés es causado por la falta prolongada de descansos, una serie de factores estresantes ocurriendo constantemente, problemas en nuestra vida personal, una forma de liderazgo autoritario en nuestro empleo, o dificultades para delegar.
En respuesta a los factores irritantes del mundo exterior, se inician procesos bioquímicos en el cuerpo, cuyo propósito es hacer frente a una situación extrema. Con el tiempo, el efecto del estrés se resume y acumula, y el nivel de estrés aumenta.
Con la exposición continua o repetida a un factor estresante, el cuerpo pasa por tres etapas:
- La etapa de ansiedad: es la activación de todos los sistemas del cuerpo.
- La etapa de resistencia (resistencia, estabilidad): el cuerpo comienza a adaptarse a la acción del estímulo.
- La etapa de agotamiento: ocurre con la exposición prolongada a un irritante. La energía necesaria para la adaptación termina, la resistencia general del cuerpo cae bruscamente. Si durante este período no se ayuda a la persona, puede enfermarse gravemente.
Durante el estrés, el cuerpo produce adrenalina, lo que hace que una persona busque formas de resolver el problema. Así, el estrés en pequeñas cantidades (en las etapas 1 y 2) es beneficioso porque nos obliga a pensar y desarrollarnos.
Síntomas comunes del estrés prolongado
Algunas de las respuestas más comunes del cuerpo al estrés incluyen: episodios frecuentes de irritabilidad, ira, insatisfacción, sin una causa clara; insomnio; tensión constante y problemas de concentración y un estado de ánimo menos estable. Además, el estrés prolongado puede causar problemas de salud como dolores de cabeza, problemas estomacales, dolores musculares, mareos, respiración alterada y la alteración del ritmo cardiaco.
Cómo manejar el estrés
El manejo del estrés puede parecer algo complicado, especialmente en momentos que son demandantes física y mentalmente.
Durante un momento estresante, resulta muy útil controlar nuestra respiración. Al respirar lentamente nuestro cuerpo volverá a un estado de calma más rápidamente.
Además de esto, actividades físicas o simplemente tomar un descanso de vez en cuando nos ayudará a recargarnos y evitar que el estrés nos abrume.
Pero esto no es suficiente. Tenemos que aprender a reconocer nuestras reacciones emocionales y qué las causa. Empezar a entendernos permite dar un paso muy importante hacia el manejo del estrés. Fijémonos en qué síntomas presentamos cuando estamos estresados y usémoslos como una advertencia que nos diga “estoy estresado, es momento de descansar”. Este trabajo de autoreconocimiento tenemos que complementarlo con esfuerzos por mantener nuestro cuerpo sano, una dieta saludable nos ayudará a mitigar los efectos del estrés, y el ejercicio -aunque suene contradictorio- de hecho nos otorga mucha energía.
Entonces, como podemos ver, manejar el estrés en nuestra vida laboral -y personal- no es imposible. Solo tenemos que aprender a detectar las causas, y gestionar nuestra rutina para mejorar esas situaciones que fungen como detonantes.
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